El magnesio reacciona fácilmente con el ácido sulfúrico y forma burbujas de gas hidrógeno y sulfato de magnesio acuoso después de consumir los reactivos. La forma más fácil de ver esta reacción es tomar un tubo de ensayo de ácido sulfúrico y soltar Cinta pequeña de magnesio en el líquido transparente. La reacción es exotérmica, lo que significa que el calor se emite además de las burbujas de hidrógeno.
La ecuación química muestra magnesio (Mg) y ácido sulfúrico (H2SO4) en un lado y sulfato de magnesio (MgSO4) y gas hidrógeno (H2) en el otro. Las soluciones involucradas son incoloras. Si se usa suficiente magnesio, el sulfato de magnesio se elimina de la solución para formar una sal blanca. Una pequeña férula de madera, encendida con una cerilla, se puede sostener sobre el tubo de vidrio para probar el gas de hidrógeno. Al alcanzar la llama, el gas en todo el tubo de ensayo se enciende.
El sulfato de magnesio tiene varias aplicaciones. Comúnmente conocido como sales de Epsom, el sulfato de magnesio trata la preeclampsa y la eclampsia. La sustancia llena los electrolitos, sirve como anticonvulsivo y disminuye la tasa de contracciones, según los Institutos Nacionales de la Salud.
El magnesio reacciona con el ácido clorhídrico de una manera similar. El hidrógeno se emite en forma gaseosa, mientras que el cloruro de magnesio permanece en solución después de la reacción.