Los presidentes acusados de usar su poder para obtener ganancias personales incluyen a Richard Nixon y Warren G. Harding. Además, hay otros buenos presidentes que están acusados de estirar sus poderes presidenciales al límite en ciertos momentos su permanencia.
Nixon creó una lista de sus enemigos políticos y usó su autoridad gubernamental para acosarlos. Incluso llegó a reclutar un escuadrón de agentes secretos para espiarlos. Estas actividades culminaron con el robo de Watergate, que eventualmente derribó la administración de Nixon. Harding transfirió los activos petroleros para que pudieran ser vendidos por su gabinete (The Teapot Dome Scandal) y otorgaron citas políticas con sus amigos y partidarios.
Incluso los presidentes respetados han sido acusados de abusar de su poder. Abraham Lincoln suspendió el habeas corpus durante la Guerra Civil. Franklin Delano Roosevelt internó a miles de ciudadanos estadounidenses de origen japonés. El presidente Truman tomó ilegalmente las fábricas de acero para romper una huelga en 1952. Andrew Jackson desafió a la Corte Suprema e hizo que la nación cherokee fuera obligada a hacer reservaciones en Oklahoma, ahora conocida como Trail of Tears.