La crítica de Sócrates a los sofistas se debió al hecho de que estos oradores utilizaron la memoria y la emoción para influir en lo que la gente creía que era la verdad en lugar de utilizar el razonamiento. Este grupo de hombres desafió las ideas y tradiciones sin encontrar las mejores respuestas sobre cómo mejorar, cambiar o solucionar los problemas que plantearon. A los sofistas se les pagó por sus habilidades en el habla y no les importó el resultado de sus palabras mientras ganaran el debate o la demanda de la que hablaban.
Los sofistas también fueron criticados por otros filósofos que desaprobaron el hecho de que estos oradores no eran verdaderos creyentes. Podían citar cualquier cuento o poema épico para dar un ejemplo de cómo los dioses manejaban situaciones similares, pero no tenían ninguna fe en los dioses. Eran principalmente ateos cuyo objetivo principal era ganar concursos y juicios para cobrar la más alta matrícula a los que enseñaban. Sócrates debatió a estas personas a menudo y tuvo bastante éxito. Estaba más interesado en los puntos de vista éticos y en cómo utilizar esos tipos de puntos de vista para demostrar la verdad de un asunto. Los sofistas eran, en gran medida, un grupo que consideraba que se podía corregir, pero Sócrates no aceptó esto, ya que a menudo era un punto de vista poco ético.