Los dentistas utilizan un procedimiento llamado conducto radicular para eliminar la pulpa infectada o inflamada de un diente y prevenir la pérdida de dientes, explica la Asociación Americana de Endodoncia. El dentista perfora el diente para exponer la pulpa en el interior. Una vez que el dentista despeja el interior del diente de la pulpa afectada, limpia el interior del diente para eliminar cualquier bacteria persistente y llena el espacio hueco dentro del diente.
Algunas veces el dentista deja el diente abierto por varios días para permitir que cualquier infección drene por completo antes de llenarlo, señala la Clínica Mayo. El dentista también puede empacar el interior del diente con medicamentos para eliminar una infección existente. Si el dentista no puede completar el conducto radicular en una sola sesión, coloca un relleno temporal en el diente para protegerlo de las partículas de alimentos, la saliva y las bacterias. El dentista puede prescribir antibióticos orales dependiendo de la gravedad y la ubicación de la infección.
Después de que el dentista llena el diente con un compuesto de caucho y una pasta selladora, el dentista coloca un diente artificial, llamado corona, sobre el diente tratado, explica la Clínica Mayo. Con el canal radicular completo, el diente funciona como lo hacía antes de la infección.
La caries dental, un diente roto o fracturado, o múltiples procedimientos en el mismo diente pueden permitir que la pulpa del diente se infecte, según la Clínica Mayo. Sin un conducto radicular, el diente inflamado podría causar una infección grave, la muerte de la pulpa y la pérdida ósea.