Los seres humanos carecen de las enzimas necesarias para digerir con éxito la celulosa en su totalidad. Solo pequeñas cantidades de celulosa, o lo que se conoce comúnmente como fibra, permanecen intactos después de abandonar el sistema digestivo.
Los rumiantes, como las vacas, ovejas y cabras, descomponen la celulosa con la ayuda de varios estómagos que contienen bacterias útiles. Este proceso se refina cuando los animales tosen y descomponen aún más la celulosa de las plantas al masticar su bolo. Los médicos y otros profesionales de la salud recomiendan una dieta que contenga materia de frutas y vegetales con alto contenido de fibra, ya que la fibra pasa rápidamente por el cuerpo humano para una eliminación óptima. Esto reduce los riesgos para la salud debido a los productos de desecho retenidos.