Japón es propenso a los terremotos porque está a 125 millas de las grandes placas tectónicas que frecuentemente se unen. Estas placas se acercan cada año, lo que aumenta aún más el riesgo de terremotos. Un ejemplo famoso de los terremotos de Japón es el terremoto de magnitud 8,9 de 2011, que resultó en un gran tsunami.
Las placas tectónicas cercanas a Japón tienen un grosor de entre 6 y 30 millas, y se mueven entre 3,1 y 3,5 pulgadas por año. Cada vez que uno se mueve, se desliza por encima o por debajo del otro, lo que causa fricción. Debido al tamaño de cada placa, esta fricción es lo suficientemente fuerte como para causar una acumulación de presión que eventualmente se vuelve demasiado para el bloqueo entre cada placa, lo que resulta en un terremoto que interrumpe la corteza terrestre.
En 2011, un terremoto de magnitud 8,9 golpeó la línea costera de Japón. Estaba a 80 millas de la costa y a 15 millas por debajo de la superficie del mar, y produjo una ruptura en la corteza terrestre que tenía más de 180 millas de largo. La energía liberada fue más de la que usa Estados Unidos en un año, y luego las réplicas superaron los 6 y 7 en la escala de Richter. A medida que el desplazamiento de la corteza terrestre empujaba el lecho marino hacia arriba, un gran tsunami golpeó la costa de Japón, con olas de cientos de millas de largo y moviéndose a 400 mph.