Al carecer de apéndices, las serpientes tienen cuerpos simples que consisten en una cabeza, cuerpo y cola. Además, algunas serpientes exhiben un estrechamiento inmediatamente detrás de la cabeza, lo que también les da un cuello discernible. Algunos linajes primitivos de serpientes, como las boas y las pitones, han conservado su cinturón pélvico. La inspección de la cola de tales serpientes revela pequeñas garras o espolones, que son los restos de las patas traseras una vez que se unen a sus pelvis.
Las serpientes tienen varias partes únicas del cuerpo. La abertura al tracto intestinal de una serpiente se llama ventilación. El respiradero se identifica observando una escala grande, semicircular, cerca del extremo posterior de la serpiente. La cola de una serpiente comienza en el respiradero y se extiende hasta el final de su cuerpo. Diferentes especies han evolucionado diferentes tipos de colas. Las especies que habitan en los árboles, como las pitones de los árboles verdes, tienen colas excepcionalmente largas que les ayudan a agarrar las ramas. En contraste, las especies que viven en el suelo, como las serpientes de rey, tienen colas relativamente cortas. Las serpientes de cascabel han desarrollado colas que producen un ruido cuando se agitan.
Las serpientes no tienen aberturas externas para los oídos, aunque sí tienen algunas estructuras internas para los oídos. Las serpientes carecen de párpados; en cambio, tienen escamas claras, llamadas gafas, para cubrir sus ojos. Esto protege sus ojos y evita que se sequen. Muchas boas y pitones tienen hoyuelos en las escamas de sus labios, que les permiten detectar el calor de su entorno.