Las cuatro etapas de la enfermedad hepática son la inflamación, la fibrosis, la cirrosis y la insuficiencia hepática, de acuerdo con la American Liver Foundation. Si el hígado está infectado, dañado por toxinas como alcohol o productos químicos, o bajo ataque del propio sistema inmunológico del paciente, la enfermedad hepática progresa de manera muy similar.
En la etapa temprana de la enfermedad hepática, el hígado se inflama y puede volverse sensible y agrandarse. En algunos casos, sin embargo, un hígado inflamado puede no causar ninguna molestia. La inflamación es una señal de advertencia de que el cuerpo está tratando de combatir una infección o curar una lesión, explica la American Liver Foundation. El pronóstico es bueno en esta etapa, pero si no se trata, el hígado inflamado comienza a cicatrizar y el exceso de tejido cicatrizado reemplaza al tejido hepático sano. Este proceso, llamado fibrosis, obliga al hígado a trabajar más, ya que el flujo sanguíneo puede estar restringido.
Cuando el daño de la cicatrización se vuelve irreversible, la etapa de cirrosis ha comenzado. La cirrosis puede llevar a complicaciones graves, como el cáncer de hígado. En la etapa final de la enfermedad hepática, insuficiencia hepática, el hígado pierde toda función. Esta es una afección potencialmente mortal que exige atención médica urgente, advierte la American Liver Foundation. Los síntomas de insuficiencia hepática pueden incluir náuseas, pérdida de apetito, fatiga y diarrea, y los síntomas se agudizan a medida que avanza la etapa.