Es posible que no haya síntomas perceptibles durante las primeras etapas de la cirrosis hepática. A medida que la condición empeora, el paciente puede experimentar pérdida de apetito, fatiga, náuseas y vómitos, coloración amarillenta de la piel, retención de líquidos e hinchazón en los tobillos, piernas y abdomen, según WebMD.
La cirrosis hepática ocurre cuando el tejido cicatrizado reemplaza al tejido sano en el hígado debido a un daño hepático continuo, impidiendo que funcione adecuadamente, informa NHS Choices. Los síntomas en etapa tardía incluyen vómitos de sangre o tener heces alquitranadas y negras debido al aumento de la presión arterial que puede reventar los vasos más pequeños que recubren el estómago y la garganta.