El crecimiento de la población es esencial para crear una base sólida de trabajadores de altos ingresos. También ayuda a pagar los programas de bienestar social. Cuando las tasas de natalidad disminuyen, la presión sobre los trabajadores más jóvenes puede ser inmensa.
Las naciones con poblaciones más altas tienen mayor capacidad de recaudar dinero a nivel nacional, y esto puede llevar a una mayor influencia internacional. China, por ejemplo, tiene un ingreso per cápita relativamente bajo, pero su gran población le otorga una influencia tremenda. Su gobierno centralizado puede lograr hazañas que las naciones más desarrolladas no pueden afrontar.
Muchas naciones desarrolladas se enfrentan a problemas debido a la disminución de las tasas de natalidad. El costo de la jubilación para la gran población nacida a mediados del siglo XX es alto y se espera que los jóvenes paguen esto a través de los impuestos. Como resultado, los jóvenes tienen una carga fiscal más alta que la que tenían las generaciones mayores mientras trabajaban.
Cuando las tasas de natalidad eran altas a mediados del siglo XX, muchos expertos predijeron que continuarían acelerando y eventualmente alcanzarían niveles insostenibles. Sin embargo, los estudios han demostrado que las naciones desarrolladas tienen tasas de natalidad más bajas. Las naciones desarrolladas con baja inmigración, como Japón, en realidad tienen poblaciones en declive. A medida que el resto del mundo se desarrolla, los expertos creen que la población de la Tierra se estabilizará.
