Hay tres tipos básicos de suelo, que se clasifican por sus tamaños de partículas minerales, y son arcilla, limo y arena. El suelo arcilloso contiene partículas minerales muy finas. El limo también está bien, pero en menor grado que la arcilla, mientras que la arena contiene partículas grandes y gruesas.
El suelo que contiene los tres tamaños de partículas en cantidades significativas se llama marga. Un suelo ideal para el crecimiento de las plantas consiste en 45 por ciento de contenido mineral, 5 por ciento de materia orgánica, 25 por ciento de aire y 25 por ciento de agua. El tipo de suelo básico (arcilla, limo o arena) influirá en la disponibilidad de nutrientes, aire y agua que estarán disponibles para el crecimiento de las plantas. Las partículas más grandes en el suelo arenoso, por ejemplo, crean más espacios de aire y reducirán la capacidad del suelo para retener la humedad. Esto no solo limita la cantidad de agua requerida para el crecimiento de la planta, sino que también reduce el contenido de nutrientes que debe estar en forma líquida para que pueda ser absorbida por las raíces de la planta. El suelo arcilloso representa el extremo opuesto. Puede contener demasiada agua y limitar la cantidad de aire que debe contener el suelo para que las raíces de las plantas puedan intercambiar gases y nutrientes. Una cantidad igual de arcilla, limo y arena en la porción mineral del suelo representa la combinación ideal de crecimiento de plantas.