El teórico político y filósofo británico John Locke es conocido por su creencia en un sistema de gobierno limitado en el que los derechos naturales son la base de un contrato social existente entre los gobernados y su gobierno. Debido a la El estado de naturaleza inherentemente inestable, Locke creía que las personas renuncian a ciertos derechos a cambio de un acuerdo con su gobierno que brinda protección contra daños y seguridad para sus bienes y posesiones. Locke también abogó por una separación de poderes en el gobierno y escribió poderosos argumentos en defensa de la tolerancia religiosa.
Una de las afirmaciones más importantes de Locke fue su argumento de que Dios no creó al hombre para que fuera gobernado naturalmente por un monarca. Su concepto de contrato social define una forma legítima de gobierno como aquella en la que las personas en un estado de naturaleza inestable transfieren de manera condicional algunos de sus derechos naturales al gobierno a cambio de la garantía de estabilidad, seguridad y promoción del bien público de ese órgano rector. Sin embargo, cuando un gobierno no lo hace, el pueblo tiene el derecho natural de resistir y reemplazar a ese gobierno. De esta manera, Locke aboga por el derecho de revolución que se convirtió en una premisa principal de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. El concepto de una rama legislativa y ejecutiva separada en la construcción de un gobierno también se tomó de Locke, junto con la creencia de que los gobernados deberían tener representantes con poder suficiente para bloquear cualquier intento de impuestos injustos o ataques a la libertad individual.