Las niñas iroquesas aprendieron tareas domésticas de sus madres, mientras que los niños pequeños aprendieron habilidades de caza de parientes varones. Los niños y las niñas tenían que dominar un conjunto muy diferente de habilidades, ya que los roles de género en la sociedad iroquesa estaban claramente definidos.
Los niños aprendieron a cazar muchos tipos diferentes de presas. Entre estos se encontraban osos, castores, alces, ratas almizcleras, conejos, alces y venados. Los hombres usaron el arco para derribar animales más grandes y la caja para capturar presas más pequeñas. Los niños tenían que aprender a construir y establecer trampas adecuadamente y convertirse en tiradores expertos. También practicaban redes y pesca. Los hombres y los niños también hicieron trabajo manual, en particular la limpieza de tierras de cultivo.
Las mujeres, a su vez, fueron responsables de plantar. Los cultivos básicos iroqueses eran maíz, frijoles y calabaza, que las jóvenes aprendieron a cuidar. Las niñas ayudaron a sus madres a raspar mazorcas y a almacenar el maíz en recipientes de corteza cuando estaba listo. Las mujeres y las niñas recolectaron castañas, nueces, ciruelas silvestres, cerezas, manzanas de cangrejo y nogal para complementar su dieta. Las hembras también fueron responsables de confeccionar ropa. En los meses fríos, las mujeres iroquesas enseñaban a sus hijas a hacer calzoncillos, túnicas y mocasines, que decoraban con coloridas canillas, conchas, cuentas y plumas.
Tanto las niñas como los niños también se sometieron a entrenamiento espiritual. Los chicos iroqueses emprendieron una búsqueda de visión para contactar a su guía espiritual en la adolescencia.