Un debilitamiento del músculo cardíaco, o cardiomiopatía, se diagnostica sobre la base de la historia personal del individuo, su historia familiar y los resultados de exámenes y exámenes físicos, según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre. Se utilizan pruebas que incluyen ecocardiografía, análisis de sangre y electrocardiogramas.
Examinar los síntomas físicos es el primer paso para diagnosticar la cardiomiopatía, y en esta etapa temprana a menudo se usa un estetoscopio para identificar el tipo de cardiomiopatía, explica el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre. Un corazón debilitado puede presentar síntomas como hinchazón del abdomen, tobillos o pies. La ubicación, el ritmo y el volumen de los sonidos son signos del tipo de cardiomiopatía.
Un EKG se usa a menudo para identificar problemas cardíacos, pero su principal limitación es que solo puede identificar los síntomas que ocurren mientras el médico realiza la prueba, según el Instituto Nacional del Corazón, Pulmones y Sangre. Para probar el rendimiento del corazón en una gama más amplia de situaciones, se requiere que el paciente use un Holter o un monitor de eventos. Un Holter captura la actividad eléctrica del corazón durante un período más largo, generalmente de 24 a 48 horas. Un monitor de eventos captura la actividad eléctrica solo ocasionalmente cuando se presentan síntomas. Un monitor de eventos puede activarse por la entrada del paciente o automáticamente cuando detecta un cierto tipo de actividad cardíaca.