El cuerpo humano tiene un sistema de regulación de temperatura homeostático, lo que significa que intenta regular la temperatura produciendo calor o perdiendo calor según sea necesario. La forma en que el cuerpo se adapta al frío depende de la intensidad de la exposición así como la composición corporal, la edad y el estado físico general.
Las reacciones químicas que ocurren como parte del metabolismo son una de las principales fuentes de producción de calor en el cuerpo humano. Cuando se expone al frío, el cuerpo aumenta la producción de calor metabólico para mantener una temperatura normal. Temblar es otra forma en que el cuerpo se adapta al clima frío. Esta respuesta ocurre cuando los músculos se contraen rápidamente y se relajan en un intento de calentar el cuerpo.
Las glándulas del sistema endocrino también desempeñan un papel en la producción de calor. La secreción de tiroxina, norepinefrina y epinefrina produce un aumento en la tasa metabólica basal, que es la cantidad mínima de energía necesaria para que el cuerpo mantenga todas sus funciones esenciales.
Cuando una persona se aclimata a las temperaturas frías, el cuerpo se vuelve más eficiente para conservar el calor y minimizar la pérdida de calor. En lugar de temblar, el cuerpo es capaz de generar calor por otros medios. A medida que el cuerpo se aclimata al frío, también hace un mejor trabajo al entregar calor a las extremidades superiores e inferiores.