Las tortugas se han adaptado a su entorno al evolucionar de diferentes formas, conchas y bocas. Las tortugas que viven en el agua a menudo tienen conchas aplanadas, mientras que las que viven en la tierra a menudo tienen conchas redondas. Los pies de las tortugas reflejan la elección de su hábitat, ya que los pies generalmente son palmeados en especies acuáticas y como elefantes en especies terrestres. Las tortugas tienen bocas que se adaptan a su dieta.
Algunas de las mejores tortugas nadadoras, como las tortugas de caparazón blando y las tortugas de Fly River, tienen conchas muy planas y patas palmeadas. Las tortugas marinas llevan la adaptación acuática aún más lejos y tienen extremidades que se reducen a paletas. Muchas tortugas acuáticas, como las tortugas de barro y almizcle, pueden nadar lo suficiente para sobrevivir, pero son más adecuadas para caminar por el fondo de estanques, ríos y pantanos. Las tortugas terrestres que tienen que viajar largas distancias tienen pies en forma de pilares, bien adaptados para transportar sus cuerpos pesados.
Las tortugas que comen presas grandes suelen tener bocas muy grandes y poderosas. Las tortugas mordedoras tienen picos grandes y afilados que les permiten engullir peces y otras tortugas. En contraste, la extraña tortuga de agua dulce de América del Sur llamada mata mata caza chupando pescado en su boca. En consecuencia, su boca ha evolucionado para generar poderosas fuerzas de succión.