Un ejemplo de adaptación exhibida por las ostras es su cáscara dura, que protege a los moluscos de los depredadores. Además, como habitantes de la zona intermareal, donde los niveles de temperatura y agua fluctúan, las ostras han evolucionado. Mecanismos fisiológicos para hacer frente a estos retos. Según un estudio publicado en la revista "Nature", las ostras tienen genes que les ayudan a sobrellevar los altos niveles de estrés causados por el cambio constante del clima.
La mayoría de las adaptaciones de la ostra han evolucionado en respuesta a su estilo de vida sésil. Las ostras son similares a las plantas en este sentido, ya que no pueden viajar para obtener alimentos y deben soportar las condiciones ambientales locales. Una forma en que las ostras se han adaptado a este estilo de vida es convirtiéndose en alimentadores de filtros. Las ostras filtran el agua en su hábitat, retienen cualquier material orgánico y expulsan los minerales y el exceso de agua.
Las conchas duras a base de calcio de las ostras disuaden a los depredadores como los pulpos, peces y cangrejos. El proceso por el cual los bivalvos producen sus conchas no se comprende completamente, pero como la mayoría de los otros bivalvos, las ostras dependen de dos músculos abductores diferentes para abrir y cerrar su concha. Un gran tendón ha evolucionado para conectar las dos mitades de la concha.
Algunas ostras son bien conocidas por su hábito de generar perlas. Esto ocurre cuando la criatura aplica capa tras capa de nácar a un pedazo de escombros que queda atrapado dentro de la concha.