En su primer discurso inaugural en 1933, Franklin Delano Roosevelt prometió que actuaría con medidas detalladas para combatir la Gran Depresión. También prometió que si el procedimiento público normal no era lo suficientemente efectivo, estaba preparado para asumir un amplio poder ejecutivo para enfrentar la emergencia.
Aunque FDR no dio detalles sobre las medidas que tenía intención de tomar, aludió a ciertas áreas en las que se necesitaba un cambio. Uno de los más importantes de estos, afirmó, era la necesidad de poner a las personas a trabajar. Mencionó el reclutamiento directo por parte del gobierno como un medio para eliminar el desempleo. También hizo hincapié en la protección de casas pequeñas y granjas y en que los gobiernos federales, estatales y locales deben unirse en los esfuerzos de socorro. Pidió una supervisión estricta de la banca, el fin de la especulación con el dinero de otros y provisiones para una moneda sólida. Aunque reconoció la importancia del comercio internacional, dijo que las relaciones comerciales internacionales tenían una importancia secundaria para una economía nacional sólida.
Para concluir, Roosevelt comparó su declaración de guerra contra la Gran Depresión con una declaración de guerra contra una potencia extranjera agresiva. Aseguró al público que la Constitución era lo suficientemente práctica para abarcar las necesidades extraordinarias de una situación como la Gran Depresión. Él pidió los mismos poderes de privilegio ejecutivo que un presidente en tiempos de guerra exigiría, según PBS.