Una dieta muy baja en grasas puede resultar en una mala absorción de vitaminas, depresión, un mayor riesgo de cáncer, colesterol alto, enfermedades cardíacas y un aumento de peso, según la dietista registrada Sarah Haan para SparkPeople. Las dietas bajas en grasa también pueden provocar un desequilibrio nutricional general al consumir más carbohidratos y proteínas, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 u osteoporosis.
Las grasas desempeñan un papel clave en la absorción de las vitaminas A, D, E y K, que desempeñan un papel vital en las funciones corporales como el crecimiento, la reparación celular y la coagulación sanguínea, señala Haan. Mientras que en la década de 1990 la popularidad de las dietas bajas en grasa aumentó, las compañías respondieron sustituyendo el azúcar por grasa para mantener el sabor. La grasa aumenta los sentimientos de saciedad, lo que permite pasar más tiempo entre las comidas y los bocadillos.
Las carnes con alto contenido de grasa, productos lácteos, grasas trans y grasas saturadas no son saludables. Sin embargo, las grasas saludables monoinsaturadas con alto contenido de omega-3 son una parte importante de cualquier dieta. Se pueden encontrar en aguacates, salmón, atún y frutos secos. Si bien la ingesta total de grasas depende del peso y el estilo de vida, el USDA recomienda que las calorías de las grasas representen entre el 20 y el 35 por ciento de la ingesta calórica diaria, ya que las grasas saturadas representan menos del 10 por ciento de ese total, según Healthguide. La investigación ha establecido un vínculo entre los omega-3 y la función cognitiva y la salud emocional.