Los basófilos y los mastocitos secretan histaminas y heparina. Estas células inmunitarias comparten morfología y función, pero los basófilos se encuentran en el torrente sanguíneo, mientras que los mastocitos están incrustados en los tejidos del cuerpo.
Al liberarse, la heparina disminuye la coagulación y adelgaza la sangre, lo que permite que más sangre llegue al área afectada. Las histaminas atraen activamente las células sanguíneas al área. Estos compuestos, que son importantes para la respuesta inflamatoria del cuerpo, se almacenan en gránulos compactos dentro de los basófilos y mastocitos hasta que la infección o lesión hace que la célula los libere.
Producidos en la médula ósea, los basófilos y los mastocitos forman parte del sistema inmunitario innato y constituyen aproximadamente el 0,5 por ciento de todos los glóbulos blancos. Pertenecen a la clase de glóbulos blancos llamados granulocitos. Cuando los basófilos y los mastocitos se colocan en un portaobjetos y se tiñen con un tinte, los gránulos que contienen histamina y heparina son visibles bajo un microscopio.
La liberación inadecuada de histaminas por los basófilos puede causar alergias y asma. Cuando se liberan histaminas como respuesta a partículas inofensivas que ingresan al cuerpo, causan escurrimiento nasal, ojos llorosos y picor en la piel. Los antihistamínicos bloquean la acción de las histaminas liberadas por los basófilos y alivian los síntomas de alergia.