Según el historiador romano Appian, Julio César legó sus jardines a la gente como lugar de recreación y también 75 dracmas a todos los romanos en la ciudad. Mark Antony dio la oración fúnebre y leyó en voz alta a la voluntad del pueblo César.
En el relato de Appian, Mark Antony incita al pueblo de Roma a un frenesí de venganza, del cual huyeron los senadores y los conspiradores de asesinatos. La turba mató a Helvius Cinna, quien fue confundido con el conspirador Cornelius Cinna. La gente volvió a llevar el cuerpo de César a su féretro funerario. La famosa escena también fue dramatizada en la obra de Shakespeare "Julio César".