A pesar de que la vida puritana era estricta, el debate y la disidencia se toleraban hasta cierto punto en la comunidad. La cohesión en la comunidad significaba conformidad, pero el líder puritano John Winthrop reconoció que las personas tenían opiniones diferentes.
El nombre puritano describe a aquellos dentro de la Iglesia de Inglaterra que querían purgar todas las formas de ceremonia y jerarquía que se parecían al catolicismo. Los puritanos intentaron reformar y purificar la Iglesia de Inglaterra sin abandonar la fe, pero había una secta de puritanos, conocidos como Separatistas, que creían que la Iglesia de Inglaterra se había corrompido.
Cuando los puritanos establecieron la colonia de la Bahía de Massachusetts, más tarde conocida como Boston, adoraron a su voluntad. Sus servicios religiosos eran básicos y sin adornos. Los instrumentos musicales no estaban permitidos. La Biblia era su única fuente de referencia, y solo cantaban a capella.
Los puritanos eran seguidores estrictos de Juan Calvino, quienes creían que Dios había elegido solo a unas pocas personas para heredar la salvación, y todos los demás estaban condenados por la eternidad. Los puritanos también creían en el pacto de gracia, una doctrina que sostenía que la fe triunfaba sobre las buenas obras. Esto contrasta con el pacto de obras, que sostenía que las buenas obras y el comportamiento eran necesarios para lograr la salvación. La vida puritana enfatizaba la espiritualidad individual y comunitaria, ya que era la comunidad la que mantenía el pacto.