Las frutas se maduran a partir de la hormona gaseosa de la planta, el etileno, que se activa mejor con temperaturas altas o hiriendo la pulpa de las frutas. Las plantas producen su propio etileno, y cuando el gas queda atrapado, como en una bolsa de papel cerrada con la fruta, la fruta madura más apresuradamente.
Para madurar la fruta con una bolsa de papel, guárdela a temperatura ambiente, fuera de la luz solar directa y en un lugar seco. Este método es adecuado para frutas como melocotones, ciruelas, peras, mangos y kiwis, y funciona para plátanos, nectarinas, higos y aguacates. El proceso puede acelerarse creando una incisión en una de las frutas. Para evitar una maduración excesiva, compruebe la fruta a diario. Una vez que las frutas maduren, sáquelas de la bolsa y colóquelas en el mostrador, o refrigérelas por varios días más si no se las comen con uno o dos días.
La refrigeración detiene la maduración de muchas frutas. Si bien esto puede ofrecer una vida útil más larga para muchas frutas, también puede evitar que las frutas se vuelvan dulces. Antes de la maduración, muchas frutas no deben refrigerarse, ya que este proceso puede inactivar las enzimas que son necesarias para una maduración completa y causar daños a las frutas a baja temperatura.