El sistema humano muscular o musculoesquelético comprende los músculos, huesos, tendones, ligamentos, articulaciones, cartílago y otros tejidos que soportan el cuerpo y permiten el movimiento. El esquelético o voluntario Los músculos convierten la energía química del cuerpo en fuerzas que hacen que se contraigan y mueven los huesos y tejidos conectados a ellos. Los músculos lisos y cardíacos se denominan músculos involuntarios porque, a diferencia de los músculos esqueléticos, realizan sus funciones sin necesidad de un control consciente.
Los músculos voluntarios permiten el movimiento consciente del cuerpo al trabajar a través de tres grupos cooperativos: agonistas, antagonistas y sinergistas. Los músculos en la categoría de agonistas causan el movimiento real, y los antagonistas actúan en oposición y permiten que la extremidad o la sección del cuerpo vuelvan a su posición original. Los sinergistas desempeñan un papel de estabilización y mantienen la articulación y los huesos que están conectados a ella mientras los agonistas se contraen.
Los tendones son los tejidos de conexión flexibles y resistentes que unen los huesos a los músculos. Transmiten la fuerza de contracción del músculo al hueso. Los ligamentos son tejidos elásticos y fibrosos que conectan los huesos formando una articulación. El cartílago es la cubierta suave y resistente que evita que las superficies de conexión de los huesos se rocen entre sí.
Cada una de las articulaciones principales del cuerpo está rodeada por un saco de saco lleno de líquido llamado bursa. Cada bolsa está llena de líquido sinovial, que actúa como un cojín y protege los músculos y los huesos de una articulación mientras se produce el movimiento.