La heterosis, la redundancia de genes y la autofertilización son tres ventajas de que una planta se convierta en poliploide. Las plantas poliploides muestran una mayor adaptabilidad a la evolución a largo plazo que sus diploides correspondientes y están protegidas de los efectos dañinos de las mutaciones.
La heterosis se define como una especie de planta mestiza que tiene cualidades superiores a las de cualquiera de sus padres. Las plantas poliploides aprovechan esto de varias maneras. Por ejemplo, los alopoliploides, que son poliploides con cromosomas derivados de diferentes especies, evitan la recombinación intergenómica, lo que permite que las generaciones posteriores tengan la misma cantidad de conjuntos variados de cromosomas o diferentes alelos correspondientes a la misma posición en los cromosomas. Esencialmente eso significa una mayor variedad genética.
La redundancia de genes se produce cuando varios genes de una especie de planta realizan la misma función, por lo tanto, si un gen muta de una manera que no es beneficiosa para la planta, hay otros para asumir las funciones necesarias que el organismo necesita para sobrevivir. Una forma en que las plantas poliploides aprovechan la redundancia de genes es mediante el enmascaramiento de genes recesivos. Un ejemplo de un gen recesivo en humanos es el pelo rojo. Una persona con el pelo rojo debe tener dos genes de pelo rojo. Cualquier otro gen del color del cabello es dominante sobre el rojo y enmascara su expresión. En las plantas, los rasgos recesivos tienden a ser dañinos, por lo que la expresión de genes dominantes es ventajosa para su supervivencia. La redundancia de genes también permite que las plantas diversifiquen la función de los genes.