Las águilas, al estar en la cima de su cadena alimenticia, tienen pocos depredadores naturales. Se han registrado casos de águilas que se cazan entre sí, de mapaches que matan a las águilas en el nido, de depredadores terrestres que acaban con las aves lesionadas y de la tierra y de humanos que matan águilas.
En general, la capacidad de volar mantiene a las águilas fuera del camino de los depredadores. Ellos, a su vez, actúan como uno de los principales depredadores de su ecosistema, y se aprovechan de una variedad de aves más pequeñas, mamíferos, reptiles y peces. A menudo, se los puede ver inclinándose sobre cuerpos abiertos de agua para arrancar y sacar peces.