Los ciervos tienen una amplia variedad de adaptaciones de comportamiento, incluido el instinto de huir del peligro, el instinto de ocultar, proteger y cuidar a sus crías y el instinto que impulsa a los dólares a luchar durante la rutina, su época de apareamiento. Uno de los comportamientos de los ciervos más distintivos es su tendencia a viajar en manadas que funcionan como unidades familiares y defensivas que protegen al individuo a través del peso de los números.
Los venados machos, llamados bucks, son muy agresivos con los depredadores, los forasteros y entre ellos. Durante la rutina se estrellarán juntos, cerrando las astas o golpeando entre sí con sus cascos para afirmar el dominio. Pueden agravarse tanto durante estos procesos que se matarán entre sí.
Las venadas, llamadas sí, protegen a sus crías recién nacidas lamiéndolas para eliminar todo rastro de olor de sus abrigos y luego las ayudan a esconderse entre arbustos densos o hierba alta. La madre venada entiende instintivamente que los cervatillos son indefensos y requieren una protección cuidadosa para sobrevivir hasta la edad adulta.
La mayoría de los ciervos huyen cuando escuchan, ven u huelen posibles peligros. Esta adaptación garantiza la seguridad de la manada frente a los depredadores y desastres naturales, ya que sus agudos sentidos les avisan con anticipación y su velocidad les permite buscar seguridad.