Los hámsters tienen memorias espaciales bastante buenas y pueden recordar cambios en la luz del día durante varias semanas. La evidencia anecdótica indica que los hámsters pueden recordar seres humanos conocidos durante meses o incluso años.
Aunque es difícil cuantificar exactamente cuánto tiempo pueden almacenar los hámsters los recuerdos, las investigaciones indican que la memoria espacial es una parte importante de su alimentación de alimentos. Cuando se colocan en un laberinto, recuerdan qué ramas tenían comida y tienden a explorar las primeras incluso después de varias semanas. Los hámsters usan cambios en la duración de los días para indicar la reproducción, y los investigadores descubrieron que pueden recordar los cambios de la luz del día durante dos o tres semanas. Las interrupciones repentinas de sus ritmos circadianos al cambiar los patrones de luz afectan sus recuerdos.