Los castores se adaptan a su bioma diseñando el paisaje para satisfacer sus necesidades. Lo hacen construyendo represas en arroyos y ríos, construyendo refugios con ramas y lodo y talando árboles para obtener material de construcción y alimentos.
Para los propios castores, las represas elevan el nivel del agua en un área, protegiendo sus refugios de los depredadores. El lodo de los refugios está hecho de material seco y duro como una roca, lo que evita que los depredadores, como los glotones y los lobos, entren al interior y también mantiene el refugio abrigado en el clima invernal. Los castores crean las entradas del albergue bajo el agua, haciendo imposible que otros animales entren. Los refugios suelen tener dos cámaras, una en la cual se secan y otra para vivir. Los castores no suelen construir nuevas logias cada temporada sino que regresan a las mismas, reparándolas año tras año.
Según el Departamento de Pesca y Caza de Alaska, los castores son tan vitales para un ecosistema que cuando se los quitan, el ecosistema pierde su integridad. La tala de árboles y la construcción de presas no solo les proporcionan protección y alimento, sino que también beneficia a otros habitantes del ecosistema. Los estanques son un hábitat de humedales para animales como otros mamíferos, peces, aves, anfibios e insectos. Las represas limitan los efectos de la erosión y la sedimentación y proporcionan una filtración que limpia ríos y arroyos.