Los gatos no pueden sonreír. Experimentan emociones, incluida la felicidad. Los gatos tienen varias formas físicas de expresar placer, como un maullido agudo, una posición vertical hacia la cola, pupilas estrechas y un ronroneo bajo y trillado.
Quizás uno de los gatos sonrientes más famosos de la literatura occidental es el Gato de Cheshire de "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll. El gato aparece y desaparece en varios puntos de la historia, irritando a la joven heroína con comentarios filosóficos humorísticos. Se cree que el personaje se inspiró en un queso de Cheshire moldeado para parecer un gato sonriente. También es el origen de la frase "sonreír como un gato de Cheshire".