Los enemigos de Sócrates lo acusaron de impiedad porque lo vieron como una responsabilidad política; su filosofía contradecía los fundamentos de la democracia ateniense, y dos de sus discípulos fueron los principales instigadores de las revueltas contra la democracia en 411 y 404 a. C. la vergüenza pública Sócrates también sostuvo opiniones religiosas poco ortodoxas para el tiempo.
Parte de la acusación contra Sócrates fue su supuesta incredulidad en los dioses de Atenas. Contrariamente a lo que afirmaban muchos de sus detractores, Sócrates no era un ateo. Pero no creía en la visión tradicional del panteón griego. Sócrates creía que había un solo Dios, y no creía en un Dios reprochable y defectuoso como los que se representan en la mitología griega.
A pesar de las afirmaciones de impiedad, la acusación de Sócrates tuvo motivaciones políticas. Sócrates no creía en la democracia. Creía que los sabios debían gobernar, y no creía que las personas en general tuvieran suficiente virtud o sabiduría.
Sócrates sintió que fue la democracia lo que llevó a la caída de Atenas durante la Guerra del Peloponeso. Consideraba que Esparta tenía una forma de gobierno más ejemplar. Dos de los discípulos de Sócrates, Alibiades y Critias, encabezaron insurrecciones contra la democracia ateniense. Los líderes democráticos de Atenas vieron a Sócrates como una causa de agitación política.