Los sacerdotes tenían posiciones poderosas en la antigua sociedad mesopotámica porque la gente pensaba que los sacerdotes poseían una conexión directa con los dioses locales. La religión desempeñaba un papel importante en la cultura mesopotámica, el gobierno y la vida cotidiana de todos. Más de 1,000 deidades existieron en el panteón de los dioses mesopotámicos, con cada ciudad supervisada por su propio dios local.
Se construyeron templos para albergar deidades particulares, con un templo en el centro de cada ciudad. En muchas ciudades, los templos se construyeron sobre montículos artificiales llamados zigurats, que se construyeron para parecerse a montañas, que se cree que son el foco del poder en la Tierra. Este templo central simboliza la importancia de la deidad patrona de la ciudad, adorada por los residentes de la ciudad y las comunidades que la ciudad presidía.
Los sacerdotes eran considerados representantes de los dioses patronos de una ciudad-estado particular. Ambos eran líderes espirituales y seculares, comúnmente llamados sacerdotes-reyes. Estos reyes sacerdotes fueron obedecidos y venerados porque la gente creía que los reyes sacerdotes se comunicaban con los dioses. Los sacerdotes controlaban los templos y comenzaron a cobrar impuestos a los campesinos rurales y a los artesanos de la ciudad por el apoyo. Los sacerdotes instituyeron una economía de mando mediante la cual se beneficiaron y gobernaron. La sociedad mesopotámica también tenía reyes, que generalmente se levantaban de las clases sacerdotales o militares.