Los huracanes no tienen nombres de personas. Se les da nombres humanos porque los nombres personales son memorables y facilitan que las personas entiendan los pronósticos y advertencias.
Los nombres provienen de un inventario originado por el Centro Nacional de Huracanes de Miami en 1953, el año en que se introdujo formalmente este sistema de nombres para ciclones tropicales. El inventario es mantenido y actualizado por la Organización Meteorológica Mundial. El sistema se originó durante la Segunda Guerra Mundial cuando los meteorólogos de la Fuerza Aérea y la Marina de los Estados Unidos, que buscaban una mejor manera de denotar los ciclones tropicales, comenzaron a nombrarlos por sus esposas, novias y madres.
