El suelo es importante para las plantas porque almacena nutrientes y sirve como medio para el crecimiento. Es un ancla para las raíces y también contiene el agua que necesitan las plantas para la humedad. El suelo contiene el aire, el agua y los alimentos que proporcionan un lugar adecuado para que las plantas crezcan.
Las propiedades del suelo que afectan el crecimiento de las plantas incluyen la textura, la aireación (es decir, la permeabilidad), la porosidad, la capacidad de retención de agua y el tamaño del agregado.
Una función vital del suelo es almacenar y suministrar minerales y nutrientes esenciales para la vida de las plantas. Esto se conoce como fertilidad del suelo. Las proporciones de arcilla y materia orgánica que se encuentran en el suelo influyen en su fertilidad.
Como regulador y recolector de agua, el suelo absorbe y almacena la humedad que las plantas y organismos utilizan. También protege las plantas contra temperaturas extremas y protege las raíces de la luz solar directa. Además, los organismos vivos de varios tamaños prosperan en el suelo. Hay microorganismos e insectos en el suelo que lo mejoran, lo que permite que las plantas crezcan mejor. Estos pequeños microorganismos, como los hongos y las bacterias, descomponen el suelo y transforman los materiales viejos y muertos en materias primas que las plantas necesitan para crecer.
La calidad del suelo es importante para la salud de las plantas y los humanos y animales que las consumen.