La biodiversidad es importante en los ecosistemas porque previene la extinción de especies, permite que los organismos se adapten a los cambios en el medio ambiente y proporciona una amplia gama de materiales y alimentos para la supervivencia. La biodiversidad se clasifica en diversidad de especies, diversidad genética y diversidad de ecosistemas.
Cada organismo dentro de un ecosistema cumple funciones importantes que ayudan a equilibrar la ecología de la Tierra. La biodiversidad proporciona vastas reservas genéticas y diferentes hábitats, que preservan la existencia de vida en la Tierra. La biodiversidad crea un ecosistema que funciona bien, que limpia los recursos de agua y aire, minimizando los efectos de la contaminación.
Las selvas tropicales contienen el 50 por ciento de las especies animales y vegetales del mundo. La biodiversidad de estos bosques regula los patrones climáticos en la Tierra.
La biodiversidad protege contra la sequía y la erosión. También regula la composición química del suelo y la atmósfera y determina las estaciones reproductivas de los animales y el ciclo de crecimiento de las plantas.
La biodiversidad mantiene el ecosistema en un equilibrio, que define la manera en que los organismos vivos interactúan. La biodiversidad está amenazada por el cambio climático, la contaminación, la sobreexplotación de los recursos naturales y la pérdida de hábitat.
Dentro de un ecosistema biológicamente diverso, los organismos vivos dependen unos de otros para sobrevivir. Por ejemplo, los animales dependen de las plantas para obtener alimento y refugio, y las plantas dependen del suelo para su crecimiento. Las plantas también dependen de las abejas para la polinización y la reproducción. Los hongos y las bacterias descomponen otros organismos para fertilizar el suelo.
La pérdida de biodiversidad debilita las conexiones que existen entre varias especies, lo que daña el ecosistema.