Los analgésicos opiáceos, también conocidos como analgésicos opioides, se usan para reducir las señales de dolor recibidas por el sistema nervioso y suprimir la respuesta del cerebro a ese dolor, según WebMD. Los médicos suelen recetar opiáceos después de la aparición de una lesión o cirugía como el manejo del dolor para combatir el malestar.
Los analgésicos opiáceos trabajan para minimizar el dolor moderado a severo en forma de líquidos, píldoras, inyecciones, supositorios y parches para la piel, como lo detalla WebMD. Los analgésicos comunes incluyen hidrocodona, morfina y oxicodona.
El riesgo de adicción surge cuando los opiáceos se toman sin la supervisión de un médico o con un uso prolongado. El consumo de opiáceos con otros medicamentos aumenta el riesgo de efectos adversos adicionales, informa WebMD.