Los clorhidratos se usan principalmente para convertir aminas insolubles para hacerlas solubles en agua. El uso más común de clorhidratos es en una gran variedad de medicamentos.
El clorhidrato de tramadol es un medicamento recetado para el dolor. Se usa para aliviar el dolor moderado a intenso y es parte de un grupo de medicamentos llamados analgésicos que actúan. Los posibles efectos secundarios incluyen una reacción alérgica, respiración lenta, mareos y aumento de la sudoración.
El clorhidrato de glucosamina se hace a partir de conchas marinas o se crea en un laboratorio. Se utiliza para tratar a quienes sufren osteoartritis, dolor de rodilla, dolor de espalda o glaucoma. Este clorhidrato en particular se considera un suplemento y puede aumentar los ataques de asma, elevar el azúcar en la sangre en los diabéticos y causar colesterol alto o presión arterial alta.
Otro tipo de clorhidrato es el clorhidrato de betaína. Se fabrica en un laboratorio y es una sustancia química. El clorhidrato de betaína es un suplemento dietético y puede variar en niveles de fuerza y pureza. Se utiliza para tratar niveles bajos de potasio, anemia, infecciones por hongos, trastornos de la tiroides e infecciones del oído interno. Este suplemento puede causar acidez estomacal o irritar las úlceras estomacales en algunos usuarios. Antes de tomar cualquier medicamento nuevo, se recomienda hablar con un profesional médico. Las mujeres embarazadas o lactantes no deben tomar ninguno de estos clorhidratos.