La partenogénesis es posible en los seres humanos, pero es muy poco probable que resulte en un bebé viable. Para que un embrión se desarrolle a partir de un óvulo no fertilizado, el óvulo tendría que sentir un pico de calcio, omitir la meiosis y luego perder al menos dos genes maternos específicos.
Cuando un óvulo es fertilizado, pierde la mitad de su material genético, reemplazándolo con los genes del esperma. Luego recibe información genética específica del ADN del espermatozoide para garantizar que las proteínas se produzcan en las cantidades correctas, un proceso llamado impronta. Si la impresión no funciona correctamente, las células del embrión comenzarán a dividirse pero morirán en unos días. Las posibilidades de que todas estas cosas sucedan correctamente son minúsculas; según una estimación, las posibilidades de alterar solo un gen específico son aproximadamente de mil millones a uno, y en un humano, se deben cambiar unos doscientos genes.