Según Encyclopædia Britannica, una cebra pasa una parte importante de su día comiendo cantidades ilimitadas de hierba para adaptarse a su sistema digestivo, que es menos eficiente que el de los rumiantes. El pastoreo expone a la cebra a la depredación, pero puede sobrevivir comiendo pastos de baja calidad en épocas de sequía.
Las bacterias simbióticas dentro del ciego de la cebra descomponen la celulosa para que se puedan digerir varias gramíneas y forrajes. El sistema digestivo de la cebra no es un adepto a extraer proteínas de la materia vegetal, aunque la velocidad con la que se digiere permite que la cebra coma una cantidad mayor que los rumiantes. El forraje suele ser demasiado bajo en proteínas y demasiado alto en fibra para los rumiantes, mientras que la cebra puede subsistir en él.