Las semillas, cuando se comparan con las esporas, tienen distintas ventajas debido a sus capas externas duras y estructuras internas llamadas endospermos, que proporcionan nutrientes esenciales para las plántulas cerradas. Las semillas se encuentran solo en plantas con flores y gimnospermas. Contienen embriones en las profundidades de sus centros, que están rodeados por un saco de nutrientes y minerales encerrados por una resistente capa exterior protectora que protege a las semillas en crecimiento de la depredación y la exposición a los elementos que ponen en peligro la vida.
Las conchas externas duras de las semillas son quizás sus activos más valiosos. Las capas de semillas ayudan a proteger a las plántulas en crecimiento del daño causado por el equipo y la maquinaria de la granja, la desecación y la depredación por insectos, insectos y aves. Las conchas también protegen contra condiciones potencialmente dañinas como el viento, la lluvia intensa, las heladas y el calor extremo. Estas conchas externas duras también son muy útiles para proteger especies ubicadas en áreas propensas a incendios: a diferencia de las esporas, que se marchitan y mueren a altas temperaturas, las semillas protegen a sus embriones internos de la destrucción durante los incendios, lo que les permite permanecer inactivos y seguir creciendo en forma segura. Los endospermos en las semillas también contribuyen de manera importante al crecimiento y al éxito del embrión cerrado. Los endospermos, al igual que los úteros humanos, suministran a las plántulas los nutrientes y minerales que necesitan para crecer y desarrollarse por completo.