Los granates, el oro y el grafito son todos ejemplos de sólidos cristalinos. Estos elementos se definen como sólidos cristalinos por una estructura molecular similar caracterizada por una disposición regular bien definida de células unitarias idénticas. /p>
Si un estudiante curioso mirara un sólido cristalino, un diamante, por ejemplo, bajo un microscopio extremadamente poderoso capaz de revelar la estructura atómica del diamante, vería patrones repetitivos. Estos patrones de repetición son los que diferencia los sólidos cristalinos de los sólidos amorfos, como el vidrio, que tienen una estructura atómica mucho más desordenada. Además de las piedras preciosas como diamantes y granates, los metales, la sal de mesa y los cristales de azúcar son ejemplos de sólidos cristalinos.