Los ejemplos de bacterias saprofitas incluyen moho de queso, ácido láctico, levadura y desechos de cocina en descomposición. Las bacterias saprofitas son organismos fúngicos que se alimentan de la materia orgánica en descomposición. El término "saprófito" se refiere específicamente a los saprotrofos bacterianos y fúngicos, pero los saprotrofos animales se conocen como saprozoitos.
Las bacterias saprofitas, o saprófitos, son organismos unicelulares parásitos que derivan energía de varias formas de materia muerta. No tienen hojas, raíces ni tallos, por lo que no pueden fabricar sus propios alimentos y tienen que confiar en unirse a las plantas en descomposición. Los saprofitos son importantes en el ciclo de vida de las plantas y en el ecosistema porque actúan como agentes de descomposición, descomponen la materia orgánica muerta y permiten que se absorba en el suelo. Los organismos, que contienen nutrientes como el hierro, el fósforo y el calcio, son absorbidos y reciclados por las plantas. Este proceso hace que el hidrógeno, el nitrógeno, el carbono y los minerales importantes se envíen de vuelta al ecosistema en forma utilizable, lo cual es necesario para la supervivencia de la vida vegetal y otros seres vivos. Irónicamente, la descomposición saprófita es responsable de muchas cosas que los humanos conocen y disfrutan en la vida cotidiana, como el sabor de ciertos quesos, yogures y vino, la espuma en la cerveza y la forma en que el pan se levanta cuando se hornea.