El Instituto Nacional de Ciencias Médicas Generales establece que los lípidos almacenan energía, aíslan el cuerpo y protegen los órganos vitales. Los lípidos también actúan como mensajeros y comienzan las reacciones químicas que controlan el crecimiento, la función inmune, la reproducción y el metabolismo básico. También ayudan a almacenar ciertos nutrientes, como las vitaminas solubles en grasa A, D, E y K.
Si bien los lípidos son críticos para muchas funciones corporales, demasiados lípidos en la sangre pueden ser dañinos. Los tres tipos principales de lípidos en el cuerpo son el colesterol HDL, el colesterol LDL y los triglicéridos. Los niveles más altos de colesterol HDL, a menudo denominado colesterol "bueno", pueden disminuir el riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular. El colesterol HDL elimina el colesterol de las arterias, retardando el desarrollo de la placa que conduce a obstrucciones. Por otro lado, los niveles altos de colesterol LDL o triglicéridos pueden conducir a un aumento de los bloqueos en las arterias del cuerpo.
El tratamiento para la hiperlipidemia, o demasiados lípidos en la sangre, depende del individuo. La American Heart Association afirma que la dieta y el ejercicio regular suelen ser los primeros pasos. La medicación también se puede prescribir dependiendo de otras condiciones de salud de la persona. La hiperlipidemia a menudo es reversible a través de elecciones de estilo de vida saludables y pérdida de peso.