La evolución divergente es el proceso de dos o más especies relacionadas que se vuelven cada vez más diferentes, mientras que la evolución convergente es una especie no relacionada que se parece más a su apariencia al adaptarse al mismo entorno. La evolución es importante para generar variaciones y asegurar que las especies desempeñen su papel.
La evolución divergente implica la acumulación de diferencias entre grupos que conducen a la formación de nuevas especies, generalmente debido a la difusión de la misma especie en entornos diversos y aislados. El flujo de genes entre las distintas poblaciones está bloqueado por el medio ambiente, lo que conduce a una fijación diferenciada de las características mediante la deriva genética y la selección natural.
Un ejemplo de evolución divergente es la radiación adaptativa. El zorro rojo y el zorro kit son dos especies que han experimentado una evolución divergente. El zorro rojo vive en tierras de cultivo mixtas y bosques, donde su color rojo le permite adaptarse a los árboles circundantes. El kit zorro vive en las llanuras y en los desiertos, donde el color arenoso lo oculta de presas y depredadores. El kit zorro también tiene orejas grandes que lo ayudan a adaptarse en el ambiente desértico. Los dinosaurios son otros ejemplos de evolución divergente.
Un ejemplo de evolución convergente es la semejanza de los cactus, que crecen en el desierto americano, con la euforbia, que crece en los desiertos africanos. Ambas plantas tienen tallos carnosos con espinas. Estas adaptaciones permiten a las plantas almacenar agua y alejar a los depredadores. Otros ejemplos de evolución convergente incluyen: emus, rheas y avestruces.