Durante el vuelo, la cáscara de la mariquita se levanta para revelar las alas de luz y de gasa, que son aproximadamente cuatro veces más grandes que el cuerpo del escarabajo. Cuando el escarabajo no está volando, la cáscara se cierra para proteger al alas. De color rojo y manchas negras deportivas, la concha de la mariquita es lo que la hace reconocible al instante.
Llamada la elytra, la concha de la mariquita es bastante dura, lo que le brinda al escarabajo una protección extra contra los depredadores. La empeño explica que los elytra están conectados por bisagras al pronoto, que se encuentra directamente detrás de la cabeza del escarabajo. Cuando la mariquita despega, las bisagras se mueven para elevar la elytra, permitiendo que las alas transparentes se desplieguen dramáticamente. Cuando la mariquita aterriza, las alas de vuelo se pliegan perfectamente en su lugar, y la cáscara se cierra una vez más.
La mariquita es un volador muy adepto. Durante el vuelo, las alas se agitan a una velocidad de hasta 85 veces por segundo, lo que permite al escarabajo volar y hacer maniobras con gran rapidez y precisión.
Se identifican fácilmente por sus manchas, solo en América del Norte hay más de 500 especies diferentes de mariquitas. El color rojo brillante del escarabajo también sirve como advertencia para los depredadores, al igual que el sabor amargo del escarabajo.