La frecuencia cardíaca está regulada por la homeostasis, un proceso mediante el cual el cuerpo regula su entorno interno durante su interacción con el entorno externo. Un ejemplo de otra variable regulada por la homeostasis es la temperatura corporal. Cuando el ambiente es demasiado frío, el cerebro provoca contracciones musculares para elevar la temperatura interna.
La homeostasis en un proceso involuntario y, aunque muchos factores contribuyen al proceso, se controla principalmente por una región del cerebro llamada médula. La médula juega un papel clave en la regulación de la frecuencia cardíaca. Cuando el cuerpo necesita más oxígeno, la médula libera ciertos neurotransmisores que controlan la actividad eléctrica en el corazón, lo que permite aumentar o disminuir la frecuencia cardíaca según las necesidades del cuerpo.