Los hongos se propagan expulsando por la fuerza las esporas, haciendo su propio viento y permitiendo que el viento natural y el agua extiendan sus esporas. Algunas esporas tienen partes similares a pelos que las ayudan a dispersarse más fácilmente en el agua. Algunos hongos usan insectos, como las moscas, para ayudarles a diseminar sus esporas.
Para los hongos cuyo hábitat se encuentra debajo del dosel de un bosque y tiene poco viento, los hongos pueden crear su propio viento dejando que su humedad se evapore. La evaporación crea aire frío, que es más denso que el aire caliente y tiene una tendencia a extenderse. Las investigaciones muestran que este proceso puede levantar esporas de hasta cuatro pulgadas en todas las direcciones. Los hongos que expulsan sus esporas pueden propagarlos cuando los animales chocan accidentalmente con sus cuerpos fructíferos o cuando las gotas de lluvia caen sobre ellos.
Como parte de la reproducción asexual, las esporas germinan y se convierten en un nuevo micelio, el estado de crecimiento de los hongos, cuando se cumplen los requisitos de humedad, temperatura y disponibilidad de alimentos bajo ciertas condiciones. Los hongos pueden crecer hacia la comida cuando la necesitan. Una célula de levadura puede producir 24 nuevos individuos al nacer. Los hongos también pueden reproducirse sexualmente, produciendo un tallo de esporas que estalla cuando está completamente maduro. Según la Universidad de Hawái en Manoa, se han encontrado esporas en elevaciones altas que varían de 10,000 a 71,000 pies.