La energía eólica aprovecha el movimiento del viento para hacer girar las turbinas eléctricas, generando energía. Las turbinas eólicas grandes con aspas inclinadas atrapan el viento y giran alrededor de un eje central. Este eje se conecta al rotor central de una turbina eléctrica. A medida que la turbina gira, la interacción de los cables de cobre y los imanes crea una corriente eléctrica.
Las turbinas eólicas vienen en dos estilos, horizontal y vertical. Las turbinas verticales se parecen a los molinos de viento, con un eje horizontal conectado a grandes palas de la hélice. Estas turbinas deben enfrentar el viento para lograr la máxima eficiencia, por lo que la cabeza de la turbina puede pivotar para permitir que la estructura haga frente a condiciones de viento inestables. Las turbinas verticales se parecen a las cuchillas de un batidor de huevos, con un eje vertical rodeado por dos o más cuchillas similares a una vela conectadas en la parte superior e inferior. Este diseño tiene la ventaja de ser omnidireccional, ya que los vientos desde cualquier dirección pueden hacer que las cuchillas se muevan y hagan girar el eje.
La energía eólica es más efectiva en regiones que experimentan vientos sostenidos durante largos períodos, como las Grandes Llanuras. El viento a menudo también se combina con energía solar o hidroeléctrica, ya que las condiciones de calma pueden reducir drásticamente la cantidad de electricidad generada. A partir de 2014, algunos países han comenzado a colocar parques eólicos en sus costas o solo en ellas, aprovechando los vientos casi constantes que soplan desde las corrientes oceánicas.