Si bien existen muchos métodos diferentes para generar electricidad, la mayoría de la electricidad que alimenta a los hogares y empresas proviene de turbinas eléctricas. Estos dispositivos hacen girar un núcleo magnético a través del cableado de cobre, creando una carga a través de la inducción magnética. En muchos casos, la energía para hacer girar la turbina proviene del vapor generado por el carbón, el gas natural o la fisión nuclear. En casos más sostenibles, el movimiento de agua o viento hace girar la turbina y genera electricidad.
Michael Faraday descubrió el principio de la inducción magnética que hace posible la generación de electricidad. Cuando un campo magnético actúa sobre el cableado de cobre, induce a los electrones a moverse a través de los cables. Esto genera una corriente eléctrica. La gran mayoría de los métodos de generación de electricidad utilizan turbinas muy similares para generar la electricidad, pero la fuente de energía que activa la turbina puede ser muy diferente.
La única excepción notable a este tipo de generación es la generación fotovoltaica. Los paneles solares utilizan una capa de silicio especialmente tratada que reacciona a los rayos ultravioleta de la luz solar. Cuando la energía del sol golpea el silicio, hace que los electrones fluyan desde la capa superior a la capa inferior, creando los comienzos de una corriente eléctrica. Estos dispositivos generan electricidad sin partes móviles, lo cual es una de las razones por las que se han hecho populares entre los propietarios de viviendas que desean reducir sus costos de energía.