La energía solar se forma a través de células fotovoltaicas que convierten la luz solar en electricidad. Las baterías solares generan energía eléctrica a partir de células solares compuestas de un material semiconductor, generalmente de silicio. La energía solar se utiliza para alimentar elementos tan pequeños como calculadoras y relojes de pulsera para equipos complejos, como satélites artificiales y naves espaciales.
Las células fotovoltaicas se utilizan en paneles solares para convertir la luz solar en energía eléctrica. Cuando la luz del sol entra en las células, hace que los electrones se muevan y creen energía eléctrica en los circuitos externos. Los tres tipos básicos de células solares hechas de silicio son monocristalinos, policristalinos y amorfos. Las células de un solo cristal son las más eficientes, pero son más caras y requieren más energía para producir. Las estimaciones sugieren que las células de un solo cristal representan el 29 por ciento del mercado mundial de células fotovoltaicas.
La energía solar es una forma de energía renovable porque proviene de una fuente que se repone naturalmente: el sol. Además, la energía solar no contamina el aire y el agua, lo que la convierte en una alternativa adecuada a los combustibles fósiles tradicionales. Según la Unión de Científicos Preocupados, la energía solar está "lista para desempeñar un papel prominente en nuestro futuro energético". Aunque el futuro de la energía solar es prometedor, el principal desafío radica en aprovechar la energía del sol de una manera más eficiente y rentable.